Primera de las cuatro películas dirigidas por mujeres que compiten por la Palma de Oro este año, Wild Diamond (Diamante salvaje, en traducción libre) muestra la ultrafeminidad y la hipersexualización como un arma —fallida, por lo general— de chicas sin perspectivas. Ya sea en el sur de Francia, como la protagonista, en Brasil o en India.
El dolor de Liane comienza en casa. Su madre, Sabine (Andréa Bescond), apenas les presta atención a ella y a su hermana menor, Alicia (Ashley Romano). La única forma de ser vista —quizá incluso admirada— por su madre y por una sociedad que la margina, es apostarlo todo a su apariencia: usando zapatos que lastiman y sometiéndose a cirugías plásticas y tratamientos estéticos que en realidad no puede pagar.
Su sueño, como el de tantos que audicionan para Big Brother, es participar en un reality show para ganar suficiente dinero, cambiar su vida y volverse famosa.
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Adolescencia y sus contradicciones
Pero Liane, pese a su personalidad fuerte y explosiva —aún sin pulir—, oculta bajo esa fachada a una joven frágil, emocionalmente inmadura y que ni siquiera encaja en el ideal de mujer sexy.
Malou Khebizi logra captar la complejidad del personaje y ya se perfila como posible ganadora del premio a Mejor Actriz.
Agathe Riedinger debuta con gran promesa en Wild Diamond, evitando el tono moralizante para explorar a esta adolescente llena de contradicciones, mostrando cómo, en un mundo machista, las armaduras que crean las mujeres a menudo se vuelven contra ellas.