Hollywood vive una crisis existencial total con la inteligencia artificial. Y no es para menos: entre películas que tratan el tema como un apocalipsis zombi o como la salvación de la humanidad, la industria parece haber olvidado que el público, antes que nada, quiere una buena historia. En 2025, ya fuimos bombardeados con el desastre de los hermanos Russo en Estado eléctrico y salvados por la interesante Compañera perfecta, aunque esta humaniza demasiado a la máquina. Ahora llegó el turno de M3GAN 2.0.
Dirigida nuevamente por Gerard Johnstone, quien también escribió el guion junto con Akela Cooper, la película profundiza en los temas ya planteados en la primera entrega, sobre la presencia de la tecnología en la vida cotidiana. En una trama inflada y desordenada, de más de dos horas de duración, la película muestra que la muñeca asesina fue aparentemente destruida, pero ahora en la secuela hay una nueva IA que amenaza la vida y la seguridad de las personas.
Y ahí está el corazón de la película: Gemma (Allison Williams), la creadora de M3GAN, es llamada para detener esta nueva máquina. Pero ¿cómo hacerlo sola y, además, teniendo que rendir cuentas al gobierno? Es entonces, obviamente, cuando surge la idea de traer de vuelta a la muñeca.
Del terror a la acción
En un giro inesperado, M3GAN 2.0 deja de ser una película de terror para convertirse, aunque no lo creas, en una película de acción. Claramente inspirada en la saga de Terminator, la máquina se convierte en protectora de Cady (Violet McGraw), sobrina de Gemma y exdueña de la muñeca asesina. Es una decisión arriesgada, incluso curiosa, que podría haber abierto espacio para que Johnstone explorara nuevos lenguajes, ideas y símbolos.
Pero eso no es lo que sucede en pantalla. El cambio de género también trae un cambio de tono. M3GAN 2.0 no solo se pone otro traje, también pierde el alma. ¿El humor extraño y exagerado que le daba personalidad al original? Prácticamente desapareció. ¿Las escenas de acción? Tan genéricas como una película cualquiera directo-a-video de los 90. M3GAN aparece menos y su impacto en pantalla también disminuye.

Y es ahí donde todo se viene abajo. No solo la película es mucho menos divertida—con escenas de acción que podrían estar en cualquier película de Netflix—, sino que todo el debate sobre la inteligencia artificial se maneja con el nivel de profundidad de una tarea escolar.
¿M3GAN o Alexa?
La propia M3GAN se vuelve una especie de Alexa simpática con instintos maternales, como si los guionistas tuvieran miedo de molestar a algún ejecutivo de Apple o Google. El resultado es una narrativa tibia, sin coraje para ser ni totalmente crítica ni totalmente optimista con la IA, eligiendo el camino más seguro (y más aburrido) del término medio. En la salida más obvia y sin gracia posible, la película dice que el futuro puede ser positivo si la humanidad se alía con los robots.
No daremos spoilers, pero créenos: las decisiones finales son pésimas, le dan un pase libre a la tecnología y no profundizan la conversación. La lección es clara: si vas a cambiar por completo el tono de una franquicia, necesitas una gran historia. Aquí, ni eso sucede. M3GAN merecía algo mejor.
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