A propósito de Los 4 Fantásticos: Primeros pasos (The Fantastic Four: First Steps, Estados Unidos, 2025), vale la pena rescatar el concepto de retrotopía, expuesto por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman en el libro homónimo.
- Te puede interesar: Los 4 Fantásticos: Primeros pasos: Conoce al elenco de la nueva película de Marvel
Proveniente de “retro” y “utopía”, podemos resumirlo de la siguiente manera: cuando en una sociedad el proyecto de futuro es fallido, desalentador o una franca imposibilidad, sus miembros tienden a mirar hacia las promesas del pasado –a menudo idealizado o falsamente recordado– para encontrar el camino hacia adelante.
O sea: todo era mejor antes, incluyendo nuestra idea de futuro en aquel entonces.
Es un espíritu que puede observarse, en más de un sentido, en esta entrega del Universo Cinematográfico de Marvel (UCM), que trae algo de frescura a la franquicia en el apartado visual, aunque se mantiene atorada en las mismas ideas.
¿De qué se trata?
Los 4 Fantásticos: Primeros pasos no se sitúa dentro de la continuidad principal del UCM, sino en el universo paralelo conocido como Tierra 828. En este mundo, Reed Richards (Pedro Pascal), Susan Storm (Vanessa Kirby), Johnny Storm (Joseph Quinn) y Ben Grimm (Ebon Moss-Bachrach) fueron astronautas que, expuestos a una tormenta cósmica que les dio superpoderes, se han convertido en los líderes y defensores del planeta.
Sus vidas dan un vuelco cuando Susan queda embarazada. Al mismo tiempo, aparece en la Tierra una figura misteriosa (Julia Garner) que augura la llegada de Galactus, el “devorador de planetas” (Ralph Ineson, aquí desprovisto de toda su imponencia), presentando una amenaza existencial y el desafío más grande para Reed, quien debe lidiar con el peso de salvar a la Tierra y la imprevisibilidad de ser padre.
La retrotopía de Los 4 Fantásticos
Un aspecto a destacar de Los 4 Fantásticos: Primeros pasos es que el mundo alternativo en el que se sitúa está inspirado en un retrofuturismo de los años 60. Los gadgets de esta Tierra, más que la avanzada nanotecnología de Tony Stark, se asemejan más a lo que utilizarían Los Supersónicos con todo y su Robotina, H.E.R.B.I.E. Lo mismo puede decirse de los vehículos y hasta de la ropa.
El diseño de producción, vestuario y fotografía de esta película marca una de las pocas instancias en que el UCM no luce como una plasta grisácea uniforme. Más que un elogio, esto debería ser el mínimo común denominador para el cine de superhéroes. Esta es una película que (casi siempre) se permite jugar con los aspectos más estrafalarios de sus personajes y su mundo, consiguiendo imágenes que evocan la extravagancia y colorido de los cómics de la época. En ese sentido, no es tan distinta a su rival en cartelera, Superman (EUA, 2025).

Todo lo anterior ancla a Los 4 Fantásticos temática e ideológicamente en esos años: exuda el idealismo inocente –blanqueado, quizá– de la década de la carrera espacial, cuando la fe en la ciencia ofrecía un esperanzador prospecto para el futuro (y un distractor de las problemáticas sociales más urgentes en tierra). El sueño de la utopía bajo la supremacía tecnológica estadounidense y el ideal normativo de familia es encarnado por estos cuatro personajes: son los líderes mundiales tecnocráticos, pero también proyectan a la sociedad un cierto ideal de familia y heroísmo.
Lo cual resulta bastante irónico cuando Reed Richards es capaz de racionalizar y predecir los males más terribles en la oscuridad del infinito universo y hasta idear métodos para contrarrestarlos, pero recae únicamente en la madre hacerse cargo del hijo. La película incluso parece consciente de ello, pero sólo se ríe sin criticarlo en el fondo. Se requieren tres hombres con superpoderes para montar una sillita de bebé en un auto, y una mujer para salvar el mundo con un niño a cuestas.
Al final, sólo es más de lo mismo en Marvel
A pesar de una propuesta visual que aspira a un poco más de lo ya visto en el UCM, Los 4 Fantásticos termina igual de entorpecida que sus antecesoras por el peso de sus responsabilidades dentro de la franquicia. Hay que introducir demasiados personajes e ideas para insertarla dentro de la gran narrativa, obviando el desarrollo de lo que tenemos en el plato.
La película, de hecho, asume que ya conocemos a estos personajes, y opta por no contarnos una vez más la historia de origen. Hasta aquí, quizá sea una sabia decisión, considerando que es la tercera iteración cinematográfica de la franquicia en 20 años.
Sin embargo, el cuarteto de guionistas (Josh Friedman, Eric Pearson, Jeff Kaplan e Ian Springer) tampoco ofrecen algo para anclarnos emocionalmente a sus protagonistas. Una breve introducción cargada de diálogo expositivo nos explica cómo obtuvieron sus poderes, que ahora lideran a la humanidad, y listo. Quedamos varados con arquetipos de personajes mejor descritos como “el inteligente”, “el fuerte”, “el simpático” y “la mamá”.

Pascal, Kirby, Quinn y Moss-Bachrach extraen toda la humanidad que pueden de lo poco que el guión les da (elogios especiales para este último, sepultado bajo capas de roca generadas por computadora), pero el hecho es que este cuarteto no tiene mucho que ofrecer más allá de algunas bromas y miradas heroicas al horizonte. Pasada la primera hora, su encanto visual se diluye en una tediosa espera por el predecible enfrentamiento final.
Los 4 Fantásticos tiene un diseño de producción lo suficientemente por encima de la media de Marvel, como para permitirse ser tan aburrida. Y tan retrotópica. En forma y contenido, es un decepcionante ejemplo del autoengaño de mirar atrás para ir hacia adelante, y de disfrazar el avance de progreso.
Los 4 Fantásticos: Primeros pasos ya está en salas de cine mexicanas.