Para cuando Jurassic World: Renace (Jurassic World Rebirth, Estados Unidos, 2025) llegue a salas de cine este 2 de julio, habrán pasado apenas tres años de lo que era, en teoría, el gran final de la saga jurásica: Jurassic World: Dominio (Jurassic World Dominion, EUA, 2022).
La franquicia ya venía arrastrando agotamiento creativo, y su sexta parte lo dejó en evidencia al recaer en los cameos de todos sus protagonistas previos para contar su pobre remedo de historia. ¿Qué podía hacerse de nuevo en esta larga saga de humanos contra dinosaurios? Con una taquilla global que rebasó los mil millones de dólares, cualquier pretexto es bueno para Universal Pictures.
Para bien y para mal (y más bien que mal), la producción optó por volver a lo básico, por lo menos en un sentido. Aunque sí toma en cuenta los acontecimientos de las seis entregas previas, la trama y sus personajes son nuevos. Hay una sola alusión concreta al pasado cuando Alan Grant (Sam Neill) es mencionado en un único diálogo. Es una secuela independiente, casi un reboot.
Jurassic World: Renace no continúa la “larga y triste historia de las malas ideas”, parafraseando al Dr. Ian Malcolm: es una mejoría notoria respecto a sus dos predecesoras (que no es decir mucho). Esto, gracias a la dirección de Gareth Edwards, conocido por su eficiente ojo en películas como Godzilla (EUA, 2014) y Rogue One: Una historia de Star Wars (Rogue One: A Star Wars Story, EUA, 2016).
Sin embargo, el guión de David Koepp (en su regreso a la saga desde El mundo perdido: Jurassic Park) es deficiente en algunos puntos, e indulgente en otros. El resultado es una película que, al sentirse como más de lo mismo, hace del reinicio más una amenaza que un renacer triunfante.
¿De qué se trata?
Jurassic World: Renace se sitúa más de tres décadas después de Jurassic Park (EUA, 1993), y unos cinco años después de Dominio. Los dinosaurios caminan por la Tierra, pero las condiciones climáticas los han orillado a la extinción salvo por regiones cercanas al Ecuador.
Un ejecutivo farmacéutico, Martin Krebs (Rupert Friend), recluta a una mercenaria (Scarlett Johansson), su compañero (Mahershala Ali) y a un paleontólogo (Jonathan Bailey) para una expedición a una isla sudamericana, donde deberán tomar muestras de ADN de tres dinosaurios masivos para desarrollar una medicina cardiaca. Sin embargo, su destino también alojó una instalación de investigación donde, por medio de ingeniería genética, científicos desarrollaron nuevas –y letales– especies de dinosaurios. Esto incluye al espantoso D-Rex, una bestia mutante con cuatro brazos más grande que un tiranosaurio.

En esencia, Jurassic World: Renace está escrita como una monster movie, sobre un grupo de mercenarios genéricos aventurándose a un lugar similar a la Isla Calavera –pero sin King Kong, obviamente–, repleta de criaturas gigantescas con las que no están preparados para lidiar.
Jurassic World: Renace es más de lo mismo
Los personajes de Koepp, hay que decirlo, están tan bien desarrollados como los propios dinosaurios. En parte, se debe a la saturación del guión: la trama de los mercenarios compite con otra sobre una familia atacada por dinosaurios en el océano, y el guionista opta por separar a los dos grupos durante la mayor parte de la trama. La atención se divide entre los unos y los otros, sin dar tiempo a consolidar la escasa química que hay entre ellos.
Para mérito de Edwards, hay que decir que las escenas de acción están muy bien dirigidas: la atención es orientada hacia los acontecimientos correctos para generar tensión, miedo, emoción y sorpresas. En lo que concierne a entretenimiento palomero de verano, Jurassic World: Renace cumple con creces en este apartado.

Dicho esto, siempre puede tenerse demasiado de una buena cosa. Con un guión inflado por tantos personajes y acontecimientos, el asunto se vuelve excesivo y cansado hacia el tercer acto. Y claro, todo sería más llevadero si Koepp fuese menos conservador con sus decisiones. Sin embargo, los personajes y sus historias son tan clicheados que, una vez establecidos, puede predecirse quién sobrevive y quién no. Las sorpresas quedan reservadas para las secuencias de acción.
Al final, la franquicia jurásica nos deja con más de lo mismo, quizá con diferentes personajes y en otra época. La dirección de Gareth Edwards hace de Jurassic World: Renace algo emocionante hasta que se vuelve agotador. Y entonces comienzas a preguntarte cuántos brazos más se le pueden poner a este retorcido dinosaurio para seguir llamando la atención.
Jurassic World: Renace llega a salas de cine en México el 2 de julio, reserva tus boletos ahora.