Hay muchas maneras de representar la marginalidad en el cine, y mucho tiene que ver con el lugar de enunciación de quien retrata estas realidades sociales. Bird (Reino Unido, Francia, Alemania y Estados Unidos, 2024) viene a confirmar que, en ese sentido, pocos cineastas tienen la sensibilidad de la inglesa Andrea Arnold (conocida por Fish Tank y Vaca), originaria de Kent, al sudeste del país, y especialista en contar historias sobre mujeres que se dan de bruces con el mundo adulto en sus formas más hostiles.
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Porque si bien esta película podrá contar con actuaciones de rostros más conocidos, como Barry Keoghan (Los espíritus de la isla) y Franz Rogowski (Pasajes), Arnold está igual de aterrizada que siempre en la experiencia juvenil femenina en los márgenes de la sociedad inglesa, ahora anclada en el potente debut actoral de Nykiya Adams.
La directora mantiene el realismo social como su norte, pero esta película presenta una diferencia pequeña, aunque clave: la mezcla con elementos de realismo mágico y hermosos simbolismos del mundo animal para contar esta historia iniciática.
¿De qué se trata?
La trama de Bird sigue a Bailey (Adams), una chica de 12 años que lleva una vida familiar compleja: vive en un edificio destartalado de Kent, Inglaterra, con su padre Bug (Keoghan), la novia de éste, Kayleigh (Frankie Box); y su medio hermano, Hunter (Jason Buda). Es un entorno en el Bailey que no encaja: siente rabia cuando su padre anuncia que se casará con Kayleigh el siguiente sábado, a pesar de sólo tener tres meses de conocerse. Mientras tanto, Hunter participa en un grupo de justicieros adolescentes, que golpean a personas acusadas de abusar de otros.
Enojada con su padre y después de presenciar un ataque del grupo, Bailey huye a dormir a un campo. Al despertar, se encuentra con un misterioso hombre que se hace llamar Bird (Rogowski), quien está en busca de la familia que perdió cuando era niño. Sus caminos se cruzan una y otra vez de manera fortuita, y encuentran conexión en ayudarse el uno al otro.

Bird es sobre crecer en un mundo de maternidades impostadas y paternidades ausentes
Aunque las condiciones de la protagonista son precarias y poco esperanzadoras, las imágenes de Andrea Arnold y el fotógrafo Robbie Ryan (Pobres criaturas) nunca son explotadoras. Sería mejor describirlas como empáticas, para bien y para mal: capturan la belleza solitaria en el mundo de Bailey, pero los movimientos de cámara también reflejan los momentos de agitación emocional o física. Hay violencia en este entorno, y Arnold nunca niega esa realidad.
Por un lado, Bailey experimenta la negligencia de un padre más ocupado por atender sus impulsos que los intereses y necesidades de los hijos. Por otro lado, el contexto de las amistades y la familia extendida es turbulento en el mejor de los casos, y peligroso en el mejor.
La protagonista está, en cierto modo, a la deriva en su búsqueda por autoafirmación y pertenencia en donde las opciones son pocas. La experiencia de convertirse y mujer en tales condiciones es un tema explorado no sólo en Bailey, sino también en Kayleigh, en la madre de Bird, en estos padres ausentes y en otros personajes que es mejor no detallar en este punto.

La presencia de Bird como figura compasiva y objeto de simpatía suplanta a la protagonista como hilo conductor narrativo, pero abre, así, un camino para ella y también para las emociones del espectador. Por medio de esta compasión, Arnold descubre un mundo oculto detrás de esta precariedad, y con sus imágenes logra evocar ideas más complejas que trascienden ese difícil realismo, por medio de un simbolismo mágico que brinda a la película un carácter fabulesco.
Los animales tienen una presencia alegórica constante más allá de los nombres de algunos personajes. De pronto, tenemos a Bailey durmiendo en un capullo. Se alude a la poderosa idea de encontrar el propio poder para trascender la existencia de un insecto y transformarse en algo totalmente distinto (es mejor no arruinar las sorpresas aquí).
Con esto, Arnold ofrece en Bird una mirada compasiva y esperanzadora, pero nunca ingenua, a un mundo marginal en el que es difícil existir para una niña en el proceso de llegar a la adultez. Pero reafirma, crucialmente, que es posible enfrentarse a la vida bajo términos propios.
Bird llega a salas de cine mexicanas el 10 de julio de 2025, reserva ya tus boletos.