Después de descubrir por qué fascinan las películas de tiburones, considera este artículo como una parte 2. Esta vez, otra bestia: los cocodrilos. No hay maquillaje ni proyección digital que supere lo que ya existe en la naturaleza. El cocodrilo es un villano listo para el cine. Quieto, camuflado, ya transmite incomodidad. En movimiento, se convierte en peligro. Mientras Spielberg convirtió al tiburón en un ícono en los años 70, las películas de cocodrilos ocuparon otro espacio. No los océanos, sino ríos, lagos y pantanos, mucho más cerca de la vida cotidiana. Son depredadores que habitan áreas próximas a casas, vacaciones, clubes y parques de diversiones. Y es eso lo que los hace tan efectivos en la pantalla.
Infierno en el Pantano (The Bayou, 2025): avión caído, lodo y dientes al acecho
El estreno más reciente del género viene firmado por Taneli Mustonen (Gemelo Maligno) y Brad Watson. La historia de Infierno en el Pantano, involucra a un grupo de sobrevivientes de un accidente aéreo en Louisiana, que terminan enfrentando cocodrilos tan aterradores que podrían haber sido modificados en laboratorio, pero no lo son.
La película usa locaciones reales de la región, mezcladas con efectos digitales. Lodo, troncos cubiertos de musgo y agua turbia son parte central de la tensión. El elenco está formado por rostros nuevos, pero muy prometedores. El largometraje estrena el 25 de agosto en las principales plataformas digitales de renta y compra. Mantente al tanto en Filmelier y descubre dónde verla tan pronto como la película se estrene en los streamings.

El destaque es el ritmo veloz que deja una atmósfera sofocante. O corres o respiras.
Vale la pena verlo porque: funciona como heredero de todo el linaje de las películas de cocodrilos. Actualiza el género para la era del streaming, manteniendo los elementos clásicos de confinamiento y amenaza constante.
¡Extra, extra! Vacas desaparecen en Maine
Dirigida por Steve Miner, quien ya había dirigido Viernes 13 Parte II y Halloween H20, Pánico en el Lago (1999), que alcanzó el estatus de clásico de los 90, llevó un cocodrilo de 10 metros al interior de Maine.
El elenco reúne a Bill Pullman, Bridget Fonda, Oliver Platt y la inolvidable Betty White, que roba la escena como una señora excéntrica que alimenta al animal con vacas enteras. El cocodrilo en sí fue creado por el legendario equipo de Stan Winston Studios, el mismo que desarrolló los dinosaurios de Jurassic Park.

Aunque las críticas de la época fueron tibias, el público adoptó la película, que se transformó en un filme de culto.
Vale la pena verlo porque: es una producción que combina terror rural con humor distorsionado, manteniendo viva la memoria de cómo a la época le gustaba jugar con los géneros.
- Entra a los bastidores: Erotismo no cinema: por que o desejo ainda incomoda tanto?
El terror de los pantanos australianos
Andrew Traucki y David Nerlich firmaron Miedo Profundo (2007), una película inspirada en un ataque real en el norte de Australia. Diana Glenn, Maeve Dermody y Andy Rodoreda interpretan turistas acorralados en manglares, rodeados por un cocodrilo.
Nada de criaturas desproporcionadas o efectos digitales exagerados. El suspenso nace de la plausibilidad. Filmado en locaciones naturales, mantiene la incomodidad por el simple hecho de parecer posible, más aún en Australia.

Con 80% de aprobación en Rotten Tomatoes, es recordado como uno de los mejores ejemplos de terror del género.
Vale la pena verlo porque: es directo y seco, apoyado en situaciones que podrían fácilmente suceder fuera de la pantalla.
El plato preferido: turistas
Lanzada el mismo año, Terror bajo el agua (2007) fue dirigida por Greg McLean, el mismo de Wolf Creek – Viaje al Infierno (2005). La trama sigue a un grupo de turistas en un paseo fluvial en el Parque Nacional Kakadu, en Australia, que termina acorralado por un cocodrilo gigante.
El elenco incluye a Michael Vartan, Radha Mitchell y Sam Worthington, poco antes de protagonizar Avatar. La película equilibra paisajes exuberantes con ataques brutales, creando contraste entre belleza y amenaza.

A pesar de la buena recepción crítica — 83% en Rotten Tomatoes — fracasó comercialmente. Con un presupuesto de 25 millones de dólares, recaudó poco en el mercado interno. Hoy, sin embargo, es citada como una de las producciones más cuidadosas del subgénero.
Vale la pena verla porque: hace un uso inteligente del paisaje australiano, transformando un escenario turístico en un escenario de ansiedad creciente.
- La crítica completa: Vermiglio, la opresión silenciosa
Cocodrilo en el fondo de la piscina
Proveniente de Tailandia, La Piscina (2018) es dirigida por Ping Lumpraploeng y prueba cómo una idea pequeña puede rendir.
La historia sigue a un hombre y su novia atrapados en una piscina vacía. Para empeorar, un cocodrilo termina dentro del mismo espacio. Theeradej Wongpuapan interpreta al protagonista, intentando sobrevivir en condiciones cada vez más sofocantes.

La película fue celebrada fuera de Tailandia y alcanzó el 96% de aprobación en Rotten Tomatoes.
Vale la pena verla porque: es ingeniosa al extraer aflicción de un escenario simple, mostrando cómo el confinamiento puede usarse de forma creativa.
¿Cocodrilos o tiburones?
El tiburón simboliza el mar abierto, profundo, desconocido. El cocodrilo trae ese mismo miedo a lugares más cercanos. Están en zoológicos, playas turísticas y ríos australianos. La proximidad aumenta la incomodidad y explica la frecuencia con la que aparecen en el cine.
¿Por qué siguen mordiendo?
Todas estas películas de cocodrilos tienen un punto en común: trabajan con un miedo ancestral. El público ve sabiendo que se trata de un animal existente, con fuerza suficiente para matar a una persona en segundos.
En el cine, ese riesgo se experimenta con seguridad, desde el sofá de casa o la butaca de la sala. El público se asusta, comenta, ríe nervioso — y siempre vuelve.
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