¿Qué es la verdad? Las respuestas podrán ser variadas, pero desde el comienzo de Armand: Una acusación peligrosa (Noruega, Suecia, Alemania y Países Bajos, 2024) queda claro que, en algunos casos y contextos, no es más que una moneda de cambio: un objeto para ser intercambiado, tergiversado y pervertido a conveniencia.
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Así sucede en el largometraje debut de Halfdan Ullmann Tøndel—nieto del cineasta Ingmar Bergman y la actriz Liv Ullman—, un psicodrama en el que un conflicto entre dos niños en una escuela, desata una espiral de conflictos personales entre sus respectivos padres y el personal escolar, cuyos vínculos mutuos son revelados poco a poco.
¿De qué se trata?
En una escuela, Armand, un niño de seis años, es acusado de sobrepasar límites inapropiados con su mejor amigo, Jon. Los padres de ambos son citados para aclarar la situación con los maestros y tomar medidas, pero es sólo hasta entonces que se les explica la naturaleza del asunto: podría tratarse de una agresión sexual. Sin embargo, al no haber testigos, nadie sabe qué sucedió a ciencia cierta.
Los padres de Jon, Anders (Endre Hellestveit) y Sarah (Ellen Dorrit Petersen), exigen que la escuela se tome el asunto en serio y que se tomen medidas contra Armand. Mientras tanto, la madre de éste, Elisabeth (Renate Reinsve), pide que se demuestre la culpabilidad de su hijo. El conflicto comienza a revelar una serie de prejuicios, resentimientos y verdades a medias entre los miembros de esta comunidad, que poco tienen que ver con los niños.
Armand es una película construida sobre incógnitas
Ullmann Tøndel trabaja con espacio limitado y un puñado de personajes para construir su narrativa. Para los primeros, el director opta por dotarlos de un aura opresiva, ominosa y asfixiante: la fotografía exalta el vacío de la escuela para hacerla sentir como un espacio liminal donde siempre se está en el umbral de una verdad que nunca se esclarece.
Esto sucede, en buena medida, gracias a que el director y guionista dosifica la información para que los giros sucedan paulatinamente, a veces, de una forma nada orgánica. Ciertos datos nos son revelados en momentos demasiado convenientes. Sin embargo, estas revelaciones son sólo las suficientes para provocar nuevas preguntas, sembrar nuevas dudas.
Conforme se revela la naturaleza de los vínculos entre los personajes de Armand, va quedando claro que todo el conflicto está enraizado en un pasado más profundo. El resentimiento y el prejuicio se filtran en las grietas de los hechos para tergiversarlo todo, y como espectadores, permanecemos con las dudas sobre todo lo que es afirmado o desmentido. Cuando las acusaciones vienen cargadas de tanto pasado, con culpas y traumas, es imposible confiar en nadie.
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Ullmann Tøndel también recurre a ciertas florituras alegóricas, casi surrealistas, para expresar este deterioro tanto de la psique de los personajes, como de la concepción de la verdad en esta pequeña comunidad. Y hay que decirlo, algunas de ellas parecen exageradas, un tanto innecesarias. Otras, funcionan, aunque estiran los límites de una verosimilitud ya forzada por la estructura de su guión.
Por fortuna, Armand tiene en su centro a la enorme actuación de Renate Reinsve, quizá en su mejor trabajo después de La peor persona del mundo. La actriz noruega es capaz de caminar la delgada línea que separaría este psicodrama de la sátira, y consigue llevar en sus hombros tanto la tensión psicológica de una madre acorralada, como la manifestación surreal de su asfixia social en las secuencias más extravagantes de la película. Sea juntos o por separado, emociona pensar en lo que Reinsve y Ullmann Tøndel podrían hacer después.
Armand: Una acusación peligrosa se estrena en cines mexicanos el 28 de agosto
