Querido lector, permíteme empezar este texto sobre Atrapado robando de una manera diferente. En primera persona, hablándote directamente. Al fin y al cabo, hay una razón para ello: Darren Aronofsky es uno de esos cineastas difíciles de tratar. Ya había mostrado una fuerte personalidad en 2017, cuando vino a Brasil a estrenar ¡Madre! y no fue la persona más amable. En la conferencia de prensa, habló de manera cortante, habló poco. Ahora, parece que las cosas empeoraron: en el lanzamiento de Atrapado robando, la nueva película del director que se estrena este jueves 28, Aronofsky ni siquiera intenta mostrarse cortés.
En agosto, Sony Pictures realizó una función especial de la película, a la que asistieron varios estudiantes de cine y algunos periodistas. Justo después de la proyección, Aronofsky participó en una transmisión en vivo desde México para toda Latinoamérica.
Fue un verdadero espectáculo de terror. Fue grosero con el moderador (“¿Hablar de paternidad? ¿Seguro?” preguntó en un momento, aparentemente para incomodar al mexicano), grosero con periodistas de otros países (“¿Seguro que la persona que hizo esta pregunta siquiera vio la película?” contestó), e incluso con los estudiantes de cine mexicanos que estaban allí en la sala, de buena fe (“Trata de no ser pretencioso”, dijo). Parecía que el cineasta ya no quería ser el raro. Quería ser cool, gracioso, incluso cruel. Pero no le salió.
Un nuevo Darren Aronofsky
Este intento de metamorfosis se reveló durante la caótica conferencia de prensa. Aronofsky hizo declaraciones reveladoras sobre su nuevo trabajo y su intención artística. “Durante dos horas, quiero que la gente olvide el mundo, sus problemas, y solo vea la película”, explicó, definiendo Atrapado robando como una experiencia de puro entretenimiento.
El director fue enfático al marcar la diferencia tonal con respecto a sus trabajos anteriores. “Los primeros 10 minutos de Atrapado robando tienen más chistes que todas mis películas juntas”, dice. “Trato de que todas mis películas sean entretenidas, algo que atrape la atención. No quiero que sea realmente perturbador, sino más emocionante”, continuó Aronofsky, en un intento de justificar el cambio creativo en este nuevo título.
Al ser cuestionado sobre sus elecciones estilísticas, el director defendió su versatilidad —y dice que no cree ser tan raro. “Mis películas anteriores mezclaban géneros. Cisne negro no es realmente una película de danza, El luchador no es realmente una película de deportes”, afirma.
Finalmente, con una declaración que quizá explique Atrapado robando, el director reveló lo que busca. “No quiero que la gente piense que estoy tan jodido como mis películas”, dijo. Pero queda la duda: ¿es posible pensar lo contrario con un comportamiento así? Difícilmente.
