Sucede un fenómeno interesante en el Festival de Cannes. En algunos años, sólo hay películas favoritas. Cualquiera de ellas puede llevarse la Palma de Oro y los demás premios. En otros, se exhibe una película y nadie tiene duda: es la Palma de Oro. Así fue cuando El listón blanco la ganó en 2009. O con Parásitos, en 2019. La 77ª edición obtuvo su Palma de Oro en su último día y penúltima película: The Seed of the Sacred Fig (La semilla del fruto sagrado), del iraní Mohammad Rasoulof, quien ganó el Oso de Oro en Berlín en 2020 con La maldad no existe.
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Rasoulof causó revuelo incluso antes de llegar al Festival de Cannes 2024. El 8 de mayo, el cineasta fue sentenciado a ocho años de prisión, latigazos, multa y confiscación de propiedades. El director ya había sido arrestado antes y le habían confiscado el pasaporte, siempre por sus películas o por protestar contra acciones del gobierno iraní. Cuando ganó el Oso de Oro, no pudo asistir, por ejemplo.
Director y equipo fueron exiliados de Irán
Miembros de su equipo y elenco fueron interrogados, y Rasoulof fue presionado para retirar La semilla del fruto sagrado de Cannes. El 13 de mayo, Jean-Christophe Simon, CEO de Films Boutique y Parallel45, anunció que Rasoulof había salido de Irán a pie y se encontraba en un país europeo, a la espera de asilo. Poco después, el Festival de Cannes confirmó que participaría en la gala y en las actividades oficiales.
Al ver La semilla del fruto sagrado, se puede entender la inquietud del gobierno iraní – recordando que el presidente Ebrahim Raisi murió en un accidente de helicóptero el día 20. Rasoulof siempre ha sido crítico con el régimen islámico. La maldad no existe trata sobre la pena de muerte en el país autoritario. Pero su nueva película es un golpe directo al gobierno y una tremenda demostración de valor del director.
La semilla del fruto sagrado: Irán entre el patriarcado y revueltas femeninas
Las protestas por la muerte de Mahsa Amini bajo custodia policial, después de ser arrestada por usar el hiyab de manera incorrecta, se ven aquí desde el punto de vista de una familia. Iman (Misagh Zare) acaba de ser ascendido a juez investigador de la Corte de la Guardia Revolucionaria cuando estalla la revuelta femenina en el país. Sus hijas, Rezvan (Mahsa Rostami) y Sana (Setareh Maleki), se unen a las demás mujeres, mientras la madre, Najmeh (Soheila Golestani), intenta mantener la paz en casa.

Pero La Semilla del Higo Sagrado no sólo es fuerte políticamente, ya sea entre bastidores o en el tema que aborda. También es audaz como cine, colocando al padre como símbolo del gobierno iraní y del patriarcado, en una espiral paranoica que no perdona a nadie.
En pocos minutos, la película pasa de thriller a terror y melodrama, con una secuencia final arrebatadora, complementada con imágenes reales de personas siendo ejecutadas y arrestadas violentamente – las estimaciones llegan a unas 500 muertes y miles de arrestos.
Normalmente, los aplausos en la gala no significan mucho. Pero en las proyecciones de prensa, sí. Rasoulof tiene todo para llevarse la Palma de Oro con esta historia feminista sobre el pavor del patriarcado al empoderamiento femenino.