Un total de 23 años separan Exterminio(28 Days Later) de Exterminio: La evolución (28 Years Later), la película más reciente de la trilogía sobre los zombis que dominaron y destruyeron el Reino Unido. Tanto tiempo entre películas, además con la muy irregular Exterminio 2 (28 Weeks Later) estrenada en 2007, da la sensación de que la retoma es para contar una gran idea que surgió en este período. Después de todo, solo eso puede justificar el tiempo de pausa y el deseo de continuar una historia dos décadas después.
Pero eso no es lo que encontramos en el nuevo largometraje, estreno de este jueves 19 de junio. Dirigida nuevamente por Danny Boyle (Trainspotting) y con guión de Alex Garland (Ex Machina), la dupla responsable de la primera película, Exterminio: La evolución no se propone continuar la narrativa de ningún personaje anterior. Nada de Cillian Murphy o Jeremy Renner. La historia es principalmente sobre Spike (Alfie Williams), un joven de 12 años que es entrenado para cazar zombis con su padre (Aaron Taylor-Johnson) en un mundo inseguro.
Sus recuerdos durante la cacería, sin embargo, descansan en la figura de la madre (Jodie Comer). Sin mucha explicación, ella está bastante enferma, en cama y alucinando sin parar.
Exterminio: La evolución presenta narrativa desconectada
Ese es el hilo narrativo, que parece no preocuparse por ser una secuela en la que todo es más grande. Si no fuera por la fortificación en la que viven estos personajes, proyectada a lo largo del tiempo, podría ser una historia contada un mes después de la infección. De hecho, tal vez sería más interesante si todo pasara 28 meses después. Recordando que los títulos originales son 28 Days Later, 28 Weeks Later y, ahora, 28 Years Later. Días, semanas y años.
No hay un gran impacto sobre ese paso del tiempo, tampoco hay preocupación de Garland y Boyle por crear esa sensación en la que las cosas están más urgentes, desesperantes. Peor: incluso tanto tiempo después, parece que la dupla tiene poco que decir y dialogar con el mundo que siguió su curso. Hay incluso rastros de los efectos de la pandemia y del Brexit, principalmente por el aislamiento social, geográfico y político que el Reino Unido aparenta tener aquí. Pero Garland, que ya había mostrado una sed por mantenerse neutral en discusiones políticas en Guerra Civil, vuelve a tener miedo de provocar.

Exterminio: La evolución prioriza lo visual en detrimento de la narrativa
Y si no hay ninguna audacia narrativa para hacer metáforas políticas, ¿qué queda en una historia sobre zombis? La diversión, tal vez. Pero Boyle, con su estilo entrecortado con tino estético y aspecto de los años 1980, entorpece bastante las secuencias de acción o de terror. No da tiempo para que las cosas se desarrollen hasta el punto de convertirse en un entretenimiento que te deja pegado a la silla o con ganas de saltar de emoción. Todo es demasiado plano. Es Boyle cometiendo su error característico: le importa más lo visual que la narrativa.
Al final, queda la sensación de una película descompasada y que no tiene mucho que decir. Incluso un poco fuera de tono — como la escena final, que parece salida de una parodia de un anime. Es para retorcerse de vergüenza en la butaca. Difícil entender qué motivó a Boyle y Garland para una nueva película después de tanto tiempo, además sin grandes ideas. ¿Será que realmente eran ganas de contar una nueva historia? ¿Había emoción detrás, incluso? Me arriesgo a decir que las respuestas giran más alrededor del dinero que de la audacia creativa.